El peligro de los falsos recuerdos: Cuando la memoria nos juega malas pasadas
Por Marga Gutiérrez del Arroyo.
Recordar cómo esquiar, lo que nos ha ocurrido esta mañana, los ríos de Europa o eventos felices o traumáticos de nuestro pasado. Nuestra memoria nos parece un recurso único, pero en el fondo es una ilusión. Se trata de una herramienta que tenemos para poder aprender de nuevas situaciones a partir de situaciones pasadas, para sentir que estamos completos y que tenemos una narrativa pasada, y en definitiva, que somos en función de nuestro pasado.
Sin embargo, S.L.Macknik y S. Martínez Conde, en su libro “Los engaños de la mente” (Editorial Destino) aportan una información interesante: “La desinformación puede cambiar nuestros recuerdos de una forma predecible y, en ocasiones, muy convincente. Construimos un falso recuerdo combinando un recuerdo real con el contenido de sugerencias que recibimos de otros. Durante este proceso, nos olvidamos de la fuente de información”.
Tal y como aprendimos en este experimento de Atención Selectiva (Ver “Cómo funciona nuestra atención focalizada” del programa Lab: Tal como somos – La Sexta, en el link: http://anavillarrubia.com/pag/colaboraciones_la_sexta.html), la atención actúa como una linterna, que ilumina una parte de la realidad, dejando el resto de información en un segundo plano. Por lo tanto, todo lo que recordemos y almacenemos en la memoria, tendrá que ver con esa porción de realidad a la que hemos atendido, que es muy limitada. Tendremos que encontrar nuestros mejores recursos para poder narrar una vivencia a partir de esos pequeños detalles, y los huecos, serán rellenados con adornos coherentes, para que el oyente pueda comprender mejor la historia o bien con sugerencias de otros.
Esto, llevado a un extremo sería lo que desgraciadamente ocurre en algunas ruedas de reconocimiento en las que víctimas de un suceso traumático, identifican erróneamente a los perpetuadotes del delito. Según la ONG norteamericana Innocence Project el 80% de las condenas a inocentes tienen como bases reconocimientos erróneos de víctimas y testigos.
La clave está en el momento en que la víctima (o el testigo) ve una fotografía de alguien con la sugerencia de la policía de que se trata del principal sospechoso, o simplemente tiene el pálpito de que la persona que se le muestra en la fotografía es el culpable. Porque a partir de ese momento, se creará el falso recuerdo, y se identificará a esa persona, o a otra con características físicas similares, como el culpable.
Es curioso que algo que está en la base de nuestro aprendizaje y capacidad de adaptación al medio sea a la vez un arma de doble filo y nos juegue tan malas pasadas. Lo cierto es que la Naturaleza nos ha regalado la posibilidad de no recordar cada detalle y cada estímulo que nos rodea y así poder ser selectivos, pero en determinadas ocasiones, nos gustaría poder revivir una situación ampliando esta área que queda iluminada por nuestra linterna y así ser capaces de reproducir cada detalle relevante.
Marga Gutiérrez del Arroyo es una de las Psicólogas Infantiles del Gabinete Psicológico ‘Aprende a Escucharte‘ en la calle Alonso del Barco nº 7, en Madrid.